miércoles, 21 de octubre de 2009

Halloween y Día de Muertos.

Halloween y Día de Muertos.

Son fiestas arraigadas en la cultura de nuestro continente. Están unidas no sólo en el calendario, sino en cuanto a su naturaleza: ambas abiertas al ocultismo, a la idolatría, a la adivinación, a la invocación de espíritus. Y les une también el hecho de ser abominables a los ojos de Dios.
Hablamos del Halloween y del Día de Muertos, celebrados por millones de personas el 31 de Octubre y el 2 de Noviembre respectivamente. Sobre ambas fiestas queremos manifestarnos en este espacio.

¿Queremos Halloween?
Argumentamos con la Biblia, pero también a partir del sentido común: ¿celebrarán los judíos alguna vez el natalicio de Hitler? Toda proporción guardada eso hace quien festeja el Halloween: celebra a su destructor, a Satanás y a sus huestes de maldad, enemigos de Dios y de nuestras almas en una fiesta basada en la extorsión: los niños amenazan con dañar a quienes se niegan a regalarles dulces mientras gritan “Queremos Halloween”.
El origen del Halloween y sus símbolos (la calabaza, las velas, los disfraces, etc.) forman parte de este mensaje, que culmina con una reflexión enfocada en Jesucristo como el único digno de celebración.




No invocarás a los muertos.
En los últimos años han surgido detractores del Halloween que basan su repudio en el simple hecho de que no se trata de una fiesta mexicana o latinoamericana, sino anglosajona. En cambio, promueven abiertamente la celebración del Día de Muertos del 2 de Noviembre por considerarla una tradición digna de ser preservada, una manifestación de nuestra cultura y de nuestros orígenes ancestrales. Un dicho mexicano extraído de las peleas de gallos diría al respecto: “pues… tan malo el pinto, como el colorado”.
La tradición mexicana consiste en constuir altares dedicados a los espíritus de los familiares y amigos muertos, con la creencia absurda de que éstos volverán de ultratumba a consumir los alimentos, bebidas y flores que les son dedicadas como ofrenda. Nada más lejos de la orden de Dios de no invocar a los muertos, costumbre de pueblos paganos que, así como infiltró la casa misma de Israel en los días de la desobediencia del rey Saúl, cuenta con un lugar en la fe -errada- de diversos grupos de creyentes hoy en día, e incluso llega a ser la fiesta más importante del año en muchos pueblos.

La Biblia es tan clara al repudiar fiestas como el Halloween y el Día de Muertos que, mire usted, una misma escritura basta para derribar cualquier argumento a favor de ambas:

Dt. 18:10-12 No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas…